La protección de los bosques tropicales y la transición energética justa son el corazón de la agenda climática que Brasil presentará en la Cúpula de Líderes de Belém, previa a la COP30. Con la confirmación de 143 delegaciones internacionales, el encuentro busca sentar las bases para una nueva etapa de cooperación global.
La Amazonía, elegida como sede de la COP30, se convierte en símbolo de esperanza y acción. Brasil reafirmó su compromiso con la deforestación cero para 2030, el fortalecimiento de una economía verde y la creación de herramientas que aseguren la participación directa de las comunidades locales en la conservación del bosque.
Una de las principales apuestas es el Fondo Bosques Tropicales para Siempre (Tropical Forests Finance Facility, TFFF), un mecanismo que canalizará recursos financieros hacia la protección de selvas y comunidades que viven en ellas.
- 20 por ciento de los fondos se destinarán directamente a pueblos indígenas y comunidades tradicionales.
- El Banco Mundial actuará como operador técnico, mientras que las reglas y prioridades serán definidas por los países que poseen los bosques.
“El TFFF nace de la visión de quienes mejor comprenden el valor de los bosques: los pueblos que los habitan”, destacó la ministra Marina Silva.
Brasil también avanza hacia un modelo energético basado en combustibles de transición como el biodiésel, y en el fortalecimiento de las energías limpias.
El objetivo: que la acción climática beneficie a los más vulnerables. Con casi dos mil municipios en emergencia climática permanente, el país busca adaptar su economía y orientar a sus empresas estatales, como Petrobras, hacia una transformación ecológica.
La Cumbre de Líderes no emitirá un documento final, pero sí marcará el inicio de nuevas alianzas y compromisos previos a la COP30. “La COP30 en la Amazonía es un llamado a la conciencia global. Brasil quiere demostrar que es posible crecer, proteger e inspirar al planeta”, concluyó Marina Silva.
