EcoAnsiedad: la fobia desarrollada con el estilo de vida ante el cambio climático

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Escrito por verdes |

Aunque la ecoansiedad no está considerada como una enfermedad, los expertos aseguran que sí podría […]

Aunque la ecoansiedad no está considerada como una enfermedad, los expertos aseguran que sí podría derivar en trastornos psicológicos.

Desde hace un tiempo se habla de enfermedades y padecimientos relacionados con el cambio climático. Las actividades humanas han jugado un papel preponderante en la carrera que afecta con velocidad al medio ambiente y muchas instituciones, organizaciones y ciudadanos del mundo se han preocupado por hacer algo al respecto. Para bien o para mal.

Alrededor de esa preocupación han surgido términos como el “Síndrome de la rana hervida”, que  hace referencia a que si una rana fuera lanzada al interior de una olla de agua hirviendo, saltaría de inmediato para tratar de escapar y salvar su vida. Sin embargo, si el anfibio fuera puesto en el mismo envase con agua a temperatura media y se le fuera calentando el agua poco a poco, el animal se adaptaría hasta terminar hervido sin darse cuenta.

Un grupo de científicos hicieron un experimento basados en el mencionado síndrome, “Rapidly declining remarkability of temperature anomalies may obscure public percepción of climate change”, de Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS), en 2019, con el objetivo de explicar lo que le está sucediendo al planeta con la crisis climática y los daños medioambientales. Las conclusiones de los expertos revelaron que a pesar de las condiciones históricamente extremas, es posible que las personas vayan normalizando y acostumbrándose a los cambios sin inmutarse.

Pero por otro lado hay un fenómeno contrario que ya forma parte de la agenda de psicólogos y se trata de la EcoAnsiedad. Hasta el momento no está considerada como una enfermedad, pero sí ha podido derivar en trastornos psicológicos.

La American Psychology Association (APA) describe a la EcoAnsiedad como “el temor crónico a sufrir un cataclismo ambiental que se produce al observar el impacto aparentemente irrevocable del cambio climático y la preocupación asociada al futuro de uno mismo y de las próximas generaciones”.

El interés y la preocupación de las personas que sufren esta ansiedad vinculada con el cambio climático puede empezar al comer unas semillas envueltas en plástico e imaginar cómo terminarán viajando a un vertedero y permaneciendo durante toda la vida. Y así se pueden ir sumando la preocupación de los desechos de una familia, una comunidad y un país. Posteriormente se podría incrementar el estrés al saber sobre las sequías, incendios y extinciones de lugares y especies.

Investigadores en la materia indican que no hay información especifica sobre la cantidad de población que sufre este reciente mal, pero creen que a medida que las problemáticas relacionadas con el clima crezcan, también subirá el número de personas que experimenten la EcoAnsiedad.

De hecho, uno de los primeros informes que se publicaron respecto al impacto psicológico de la crisis climática: “Mental Health and Our Changing Climate: Impacts, Implications and Guidance”, de APA, de 2017, ya alertaba sobre la inquietud de las personas que se incrementaba.

Sobre este fenómeno también debe saberse que afecta con mayor fuerza a quienes están más involucrados con el cuidado medioambiental y entre los síntomas que pueden presentar se encuentran cuadros ligeros de ansiedad, alteraciones del sueño, estrés, nerviosismo, etc. Aunque en casos más graves se ha observado sensación de ahogamiento y depresión. En estos últimos, es muy común que las personas expresen una terrible culpabilidad por la situación del planeta, que puede hacerse más grave en el caso de tener hijos y pensar en el futuro.

Existen una serie de recomendaciones que sugieren los expertos para minimizar los efectos de la EcoAnsiedad, aunque todos están encaminados a seguir reduciendo la huella de carbono.

Se debe trabajar en la regulación emocional ante los propios impulsos, desarrollando resiliencia para afrontar las adversidades. Apostar por un consumo responsable, reciclar, realizar actividades sostenibles, tener alimentación y movilidad sostenible, serán de gran utilidad siempre y cuando estén en balance con la salud mental.