El ESG transforma la cadena de suministro

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Para una compañía global como Flex, con más de 100 sitios de producción, 16,000 proveedores […]

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Para una compañía global como Flex, con más de 100 sitios de producción, 16,000 proveedores y arriba de 1,000 clientes en 30 países, el principal reto a la hora de integrar criterios ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza) es la trazabilidad de su cadena de suministro.

Esta empresa es un fabricante estadounidense de componentes electrónicos para sectores tan diversos como el automotriz, el médico, el industrial, el cómputo y los electrodomésticos. En 2023 logró ventas netas de 30,300 millones de dólares.

En México tiene siete sitios de producción, dos en Jalisco y uno en Baja California, Sonora, Aguascalientes, Querétaro y Chihuahua. De este modo, suma alrededor de 45,000 colaboradores en todo el país y más de 170,000 en el mundo.

Frente a esta complejidad, gestionar el cumplimiento de objetivos ESG no es sencillo, sin embargo, se puede lograr, afirma Barjouth Aguilar, Head of Global Sustainability de Flex, quien ahonda en la metodología de la organización: “nosotros lo vemos como el famoso colaboration and partnership [colaboración y asociación]. Si no lo trabajamos así, va a ser imposible lograrlo”.

Pero abordar cada uno de los aspectos de las ESG llevaría muchas páginas. Así que la especialista habla de la reducción de emisiones de Alcance 3, que involucran a la cadena de suministro y casi en 90 por ciento dependen del uso final de sus productos.

De hecho, en la actualidad la compañía revisa a todos sus nuevos proveedores globales utilizando criterios sociales y ambientales. Esto les permite avanzar en el logro de sus objetivos de reducción de emisiones con base en el Greenhouse Gas Protocol, pues la compañía está comprometida a llegar al cero neto en 2040.

Pero en el camino está avanzando con la reducción de 50 por ciento de sus emisiones Alcance 1 y 2 para 2030, de acuerdo con las pautas de Science Based Targets (SBTi), que están en línea con el Acuerdo de París.

En este sentido, el 50 por ciento de sus “proveedores preferidos” tiene el compromiso de establecer una meta de reducción para 2025, y ya reportan 35 por ciento de avance al 2022; de la parte restante, el 69 por ciento ya cuenta con esa meta. Otro de sus objetivos es lograr que el 70 por ciento de sus clientes se una a SBTi (su avance al año antepasado era de 64 por ciento).

Trazabilidad en el sector

La trazabilidad es uno de los retos más grandes, afirma la especialista, pero no sólo al interior de Flex, sino en otras empresas del sector y con sus clientes. Otro tema que va de la mano es el nivel de madurez de los proveedores, dado que no todos tienen el mismo desarrollo de estrategias ESG.

Así que para saber cómo está su cadena, Flex, en colaboración con Carbon Disclosure Project (CDP), comenzó un análisis de trazabilidad. Además, ha estado capacitando en estos temas, tanto a su personal como a sus proveedores y clientes.

También, como líder de sostenibilidad, Barjouth Aguilar y su equipo se mantienen actualizados cerca de las regulaciones internacionales. Después, junto con su estructura de gobernanza corporativa, donde participan todas las áreas y unidades de negocio, planean cómo ir adecuándose a esos cambios e involucrar a proveedores y clientes. A esto hay que agregar que realizan auditorías internas para ver avances, obstáculos y soluciones y, una vez al año, se realiza una auditoría externa.

“Integrar ESG a la cadena de suministro y a todas las operaciones de la empresa al final de cuentas nos permite tener una producción más responsable. Todas las empresas estamos en ese camino, donde no es ya algo deseable, sino mandatorio y lo tenemos que aplicar a cada decisión de negocio”, enfatiza.

Barjouth Aguilar considera que si bien se requieren inversiones, con resultados que no son inmediatos, cada empresa puede empezar con acciones básicas: residuos, consumo de energía, uso de agua, etcétera. “La implementación de estrategias de sostenibilidad ESG es para todos, pero a la medida de cada uno”.

Agrega que lo primero es documentarse, tener la información sobre el tema y después acercarse a empresas que ya tienen cierta madurez y, finalmente, marcar prioridades.

“Si eres una empresa de 50 personas y haces manufactura y no usas agua, entonces el tema de agua ahorita no va a ser crítico, pero quizá sí lo sean las emisiones. Lo que no se mide no se puede mejorar, por eso la cuestión es empezar y ver cómo ir mejorando año con año”, afirma.