Europa: gas aunque sea producto del fracking

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Estados Unidos y la Comisión Europea se esforzarán por reducir la intensidad de los gases […]

Estados Unidos y la Comisión Europea se esforzarán por reducir la intensidad de los gases de efecto invernadero de todas las nuevas infraestructuras de GNL.

Luego de que la empresa francesa Engie anunciara la compra de gas natural licuado a la empresa estadounidense NextDecade Corp., y con ello reducir la dependencia al gas natural ruso, se abre una oportunidad enorme para que las empresas norteamericanas eleven sus ventas en un mercado ávido de satisfacer sus necesidades energéticas, pero con la condición de que cuenten con etiqueta verde.

Esto pone en una disyuntiva a las empresas que no han establecido normativas ecológicas en su operación y qué verán mermadas sus operaciones si entran en vigor algunas modificaciones que la administración del presidente Baiden ha propuesto recientemente.

Recientemente Estados Unidos ha anunciado que aumentará sus exportaciones de gas licuado en 68 por ciento a Europa. En este escenario, la Comisión Europea y Washington llegaron a un acuerdo histórico en materia energética para desligarse del suministro de gas ruso. En este acuerdo Bruselas garantizará una demanda estable de 50 bcm/ año de GNL estadounidense adicional hasta al menos 2030, lo que supone una compra valorada en más de 147 mil millones de dólares.

Estados Unidos y la Comisión Europea se esforzarán por reducir la intensidad de los gases de efecto invernadero de todas las nuevas infraestructuras de GNL y de los gasoductos asociados, incluso mediante el uso de energía limpia para alimentar las operaciones in situ, la reducción de las fugas de metano y la construcción de infraestructuras limpias y renovables preparadas para el hidrógeno.

Hay que recordar que la Unión Europea importó de Rusia en torno al 31 y el 38 por ciento del gas natural que llegó a los países del eurogrupo en 2021, según el Instituto de Estudios Energéticos de Oxford y la organización de investigación Bruegel, respectivamente.

Para cumplir con este reto, Estados Unidos ha anunciado cambios a su legislación energética y medioambiental que había permanecido intacta desde 1970, impulsada por las críticas de la opinión pública y las exigencias medioambientales de los países europeos.

Estas exigencias han provocado que en los últimos tres años se hayan cancelado proyectos de gasoductos de gas natural por valor de 10 mil millones de dólares en el noreste de Estados Unidos. Otros, como el gasoducto de Mountain Valley, crucial para el crecimiento de la producción en la cuenca de Marcellus/Utica, han sufrido años de retrasos.

En este momento, las decisiones de compra de gas de la Unión Europea no son fáciles. Se encuentra ante la disyuntiva de dejar atrás la dependencia de gas de Rusia y, por otra parte abastecerse de gas de Estados Unidos que se sabe, al menos el 15 por ciento, es producto de prácticas anti medioambiente como es el fracking y que provoca el aumento de la sismicidad en las zonas donde se realiza esta práctica.

Tal parece, según lo han anunciado los estudiosos del tema, que ante tal demanda de gas de Europa, el gas proveniente de Estados Unidos no sea lo verde que se esperaría; sin embargo, dadas las circunstancias de la intervención armada en Ucrania, es mejor un gas producto del fracking que el de un país que ha olvidado las reglas del juego internacional