Impostergable compromiso ESG en el mundo
Escrito por Rodrigo Manrique - Director Ejecutivo de IASE México |
Es ahí cuando la estrategia ESG resulta una política cuyos resultados no sólo vuelven competitiva cualquier empresa en términos económicos.
Hace pocos meses se supo que la empresa francesa Schneider Electric ascendió 29 puestos, de un solo salto, hasta quedar en el primer lugar en el índice Global 100 Ranking (elaborado por Corporate Knights), el cual posiciona a las compañías más sostenibles a nivel mundial y que en años pasados ha sido dominada por empresas nórdicas, como Ørsted, la compañía líder de energía eólica, referente en su campo y en desarrollo y gestión sostenible de operaciones energéticas. Me pregunté, entonces, qué es lo que ha causado este abrupto salto.
Schneider Electric —cuyo valor ascendió a 70,000 millones de euros, y 70 por ciento de sus ingresos provienen de soluciones sostenibles— es una empresa dedicada a la asesoría en temas e implementación de tecnología de punta vinculada con la sostenibilidad, así como en el diagnóstico de problemáticas y desarrollo de estrategias.
Parte de las razones por las cuales Schneider Electric es hoy la empresa más sostenible del mundo, es también porque provee de estrategias y tecnología de punta para ser sostenible, de ahí que en 2020, cuando la mayoría pensaba que la transición hacia un comercio y economía más verde caería en letargo o incluso daría pasos atrás, ocurrió todo lo contrario: «A principios de 2020 temía que las personas que enfrentaban una crisis detuvieran sus compromisos ambientales, pero ha sido todo lo contrario”, dijo Jean Pascal Tricoire, consejero delegado de la firma. La empresa más «verde» del mundo lo es porque además «enverdece» a sus semejantes.
Quizá tuvo que ocurrir un evento como la presente pandemia, que ha vaciado estadios, parques, cancelado toda reunión social, dejado aviones en tierra, separado momentáneamente familias y en general modificar por entero nuestra percepción de la realidad, para también cambiar la perspectiva hacia una mirada más comprometida con nuestro contexto natural y social.
Es ahí cuando la estrategia basada en ESG, resulta ser una política financiera cuya efectividad, beneficios y resultados no sólo vuelven competitiva cualquier empresa en términos económicos y comerciales, sino que preparan a la organización para eventos futuros como el que vivimos actualmente.
No sería así si los números no nos dijeran que desde 2020 diferentes sectores están mirando, implementando y conociendo la realidad de los criterios ESG. En una entrevista de la revista Forbes con Bryan Smith, director ejecutivo de ThinkData Work, este respondió con contundencia sobre la tendencia de las empresas en este 2021 hacia ESG: «hace dos años, ESG surgía en cada décima conversación con un cliente; ahora es de lo único que estamos hablando».
Del otro lado de la moneda, además de que los inversionistas están mirando como oportunidades reales y viables a empresas que se desempeñan en ESG, los consumidores están modificando el mercado: 33 por ciento de jóvenes entre 18 y 34 años asumen mayores gastos con marcas que están comprometidas con alguna problemática social y/o ambiental. Ni queriendo, las empresas podrán volver a una normalidad precovid, y si acaso lo hacen, será con el tiempo contado. La crisis de Covid-19 abonó —a la fuerza—, a una situación que ya debíamos tener en cuenta para afrontar un futuro desafiante. La Agenda 2030 de la ONU plantea 17 Objetivos para cumplir y con ello conseguir la prosperidad humana en 10 años. Si ponemos atención, para cumplir dichos objetivos, es necesario implementar una nueva forma de operar, trabajar y vivir, teniendo como eje rector de nuestras prácticas al medio ambiente, el ámbito social y el buen gobierno corporativo.