Industria armamentista: una de las más contaminantes del medio ambiente

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Aunque casi no se menciona, la industria armamentista que engloba la fabricación de armas, actividades […]

Aunque casi no se menciona, la industria armamentista que engloba la fabricación de armas, actividades militares y sobre todo, guerras, es una de las más dañinas para el medio ambiente y la humanidad.

En la lista de las actividades más contaminantes en el mundo destacan las constructivas, industriales, agropecuarias y de combustión interna, sin embargo, la industria armamentista, que engloba la fabricación de armas, actividades militares y las guerras, es otra de las técnicas más dañinas para la humanidad que casi no se mencionan.

La contaminación de este tipo tiene severas consecuencias al producir la muerte y mutilación. Además, las minas y las armas abandonadas o sin detonar afectan a las comunidades urbanas y rurales, impidiendo que retomen su vida normal, aún al termino de un conflicto armado. También se obstaculiza el acceso al agua y a los alimentos, haciendo casi imposible obtener atención en hospitales o asistir a las escuelas.

Hay otras consecuencias en el medio ambiente como la contaminación del agua, la degradación del suelo, la destrucción de especies, la disminución de la biodiversidad y el desequilibrio en la cadena alimenticia. Los cambios climáticos y catástrofes también pueden esparcir restos de explosivos.

Los números relacionados a la industria de las armas son alarmantes. Por ejemplo, el informe The Environmental Impacts of the UK Military Sector, de 2018, de Scientists for Global Responsability, estimó que el gasto militar global fue de 1.8 billones de dólares. El 82 por ciento del gasto armamentista se concentró en los países del Norte, quienes exportaron 97 por ciento de las armas y que controlan más de 63,000 empresas transnacionales.

Otro informe del centro Delas: Conflicto de armas, conflictos y derechos humanos. Análisis de las exportaciones de armas europeas a países en situación de conflicto armado y vulneraciones de derechos humanos, de 2018, indica que las más grandes naciones militares, que representan 35.5 por ciento de la población mundial, producen 61.7 por ciento de las emisiones de CO2.

Tristemente, los efectos de las guerras pasadas aún pueden sentirse, pues al emplear armas químicas, bombas nucleares o convencionales, las secuelas persisten, los gases contaminantes altamente venenosos quedan en el planeta y lo envenenan.

Estados Unidos es señalado a lo largo de la historia por el arsenal de todo tipo que siempre ha tenido. Es el país que más ha contaminado y contamina, según expertos, tanto al fabricarlas, como al ponerlas en uso. En un estudio llamado The Independent Resource on Global Security, del Stockholm International Peace Research Institute, se reveló que hay un presupuesto anual mundial para invertir, fabricar y vender armas. En el 2020 el monto asignado fue de 2 billones de dólares (millones de millones).

Estados Unidos invierte en defensa 732 mil millones de dólares del presupuesto nacional, lo que implica 38 por ciento del gasto militar del mundo, además del doble de la inversión china (261 mil millones) y rusa (65 mil milloes) juntas. En consecuencia, sus Fuerzas Armadas emiten más gases de efecto invernadero que la mayoría de las naciones. Se calcula que en 2017 se liberaron en la atmósfera unos 212 millones de toneladas de CO2.

Por su parte, en América Latina, las importaciones de armas en México, Centroamérica y el Caribe se elevaron 49 por ciento entre 2014 y 2018.

La industria militar y la crisis climática no deben ser tratados como temas aislados. El militarismo en muchas ocasiones no ha rendido cuentas sobre su actividad contaminante y es imprescindible que lo haga al tener una responsabilidad primordial.