Conforme nos acercamos al año 2030, parece cada vez más complejo lograr reducir las desigualdades en el mundo, las cuales por momentos se hacen más evidentes y, en algunos casos, se ahondan.
El contexto de guerras, así como la diferencia de visiones para el desarrollo, podrían detener el combate a la pobreza y, junto con ello, detener el proceso de reducir las brechas de género, de inclusión y de pobreza. Una de las máximas de la Agenda 2030 es la de crecer sin dejar a nadie atrás.
Este es uno de los desafíos más importantes de la agenda de las Naciones Unidades, debido a las asimetrías existentes entre regiones y naciones. Lamentablemente, el desarrollo no puede ser homogéneo en todas las regiones y eso hace complejo avanzar de manera importante.