¿Hacerse vegano o volar menos sirve para detener el cambio climático?

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Escrito por verdes |

Hablar de la huella de carbono es hablar de las emisiones de gases de efecto […]

Hablar de la huella de carbono es hablar de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a los bienes y servicios que consumen los seres humanos. Por mucho tiempo se ha intentado sensibilizar a empresas y sociedades para reducir el dióxido de carbono, habiendo un sinnúmero de posibilidades, sobre todo individuales para bajar las emisiones, pero ¿realmente ayudan, hacen diferencia, o se debe apostar y esperar a las acciones de las grandes empresas?

Se considera que el CO2 es el gas que más afecta a la atmósfera y el que más se emite, de ahí que todos los esfuerzos estén encaminados a su reducción. Y es que lo que comemos, producimos, viajamos, cómo vivimos y hasta cómo nos divertimos tiene un impacto en el planeta.

Por ello se ha sugerido que comer menos carne o hacerse veganos, caminar, utilizar bicicletas, apagar las luces, volar y comprar menos, además de reciclar, son algunas de las soluciones para mitigar la contaminación. Se dice que si los países ricos transformaran sus estilos de vida, emitirían menos gases de efecto invernadero.

Muchos científicos afirman que si se cambia el estilo de vida individual se hace una gran diferencia, pero otros estudiosos abren el debate y cuestionan cuánto de lo que se hace por el clima es realmente importante.

En la historia del reciclaje las compañías extractivistas y grupos ecologistas hacían una crítica a quienes tiraban basura y al mismo tiempo les hacían una invitación a reciclar. Sin embargo, hubo empresas que querían cargar la responsabilidad en los ciudadanos únicamente o restarle importancia. Fue el caso de la industria tabacalera que hizo a un lado el daño que provocan a la salud y al medio ambiente los cigarrillos y promovió la idea de “libertad de elección”.

Un estudio titulado ‘The misallocation of climate research funding’, publicado en la revista Energy Research & Social Science, en abril de 2020, indica que las compañías petroleras como Shell, Total o ExxonMobil son responsables indirectas del 11 por ciento de las emisiones de CO2 y metano, provenientes de la quema de combustibles fósiles entre 1965 y 2018. Y junto a las estatales Irán, Rusia y Arabia Saudita, siete empresas suman 20 por ciento de las emisiones.

Algunos expertos señalan que las huellas de carbono de cada ser humano no importan tanto en realidad, pero hay una corresponsabilidad con las empresas a las que cada individuo les compra sus productos.

El 40 por ciento de la diminución de las emisiones necesarias para desarmonizar la economía del mundo de aquí al 2050, ocurrirán gracias a políticas públicas, donde los individuos tienen poco o nulo control, según lo prospecta la Agencia Internacional de la Energía. Y pone como ejemplo que la producción de electricidad generada por energías renovables o por el uso de tecnologías más limpias dependen únicamente de los grandes grupos empresariales y sólo el 4 por ciento es responsabilidad de las personas que intentan volar menos, ir caminado o en bicicleta hasta sus casas o trabajos.

El restante 55 por ciento, requiere transformaciones mezcladas entre las medidas que deberán proponer los gobiernos y las decisiones de los consumidores, como podría ser adquirir un vehículo eléctrico o aislar mejor una vivienda.

Los grandes cambios ocurrirán cuando las empresas se comprometan, ya sea por voluntad o presión de los gobiernos, no sin hacer a un lado que las personas que también tienen una responsabilidad para disminuir su huella de carbono individual.