La pandemia por Covid-19 marcó un antes y un después en el devenir de las actividades humanas. Por ejemplo, el confinamiento nos mostró el impacto que nuestro quehacer cotidiano genera en el medioambiente, las emisiones de CO2 disminuyeron y la producción de basura también lo hizo; fue algo que todos pudimos palpar sin que fuéramos advertidos. En México, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la generación de residuos urbanos se redujo 0.5 por ciento.
El consumo, los traslados y casi todas las actividades entraron en pausa, lo que también impactó a la actividad económica con las debidas consecuencias de ello. Quedó claro que la disminución de las actividades y el consumo contribuyen a reducir los impactos ambientales que más aquejan los ecosistemas planetarios.
Pero detener indefinidamente toda actividad humana es complicado, por no decir imposible. Así que una vez que se fueron reactivando todas las labores el consumo retomó su nivel y quizás lo hizo por encima de los niveles prepandémicos.
Reactivar el consumo es casi sinónimo de incrementar la producción de basura en las grandes ciudades y ese es uno de los principales desafíos que se enfrentan si se quiere revertir el impacto ambiental y lograr las metas del llamado Zero Waste.
Uno de los principales objetivos del reciclaje es transitar a la economía circular, reutilizando y aprovechando de una manera eficiente los recursos disponibles. Uno de los principios de la circularidad señala la necesidad de extender la vida útil de los recursos, aunque esto depende de la naturaleza y la utilidad de dichos recursos.
Por ejemplo, desde hace años la industria del acero ha conseguido reutilizar y fundir metales que se van complementando con diferentes aleaciones para recuperar su calidad y resistencia, logrando así su reintegración a los distintos procesos de producción de la metalurgia.
En contraste, la industria de la construcción enfrenta condiciones más complejas para reutilizar los principales insumos y materiales de construcción. En realidad, es una de las industrias con los más bajos niveles de recuperación y reutilización de recursos.
La posibilidad de implementar a priori procesos de circularidad difiere de una industria a otra e involucra a las respectivas cadenas de valor que no siempre responden a las mismas necesidades del giro de la industria ancla, lo que hace más compleja la implementación de los principios de la circularidad.
Se ha dado prioridad de reciclaje a algunos de los residuos urbanos, pero de la reutilización del agua poco se habla, a pesar de que es uno de los principales recursos a cuidar. Las empresas tienen avances en la reutilización del líquido para reintegrarlo en sus procesos de producción, pero es poco representativo en virtud de lo que se requiere para gestionar de manera más eficiente el vital líquido.
La industria del reciclaje, como nunca antes, está ante la posibilidad de expandir y desarrollar la industria de la mano de la innovación, la cual será fundamental para transitar hacia la llamada economía circular, mientras que las empresas están ante el reto de adaptarse a estos modelos o sucumbir.