Escasez de gas provoca aumento del uso de petróleo 

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Escrito por verdes |

La guerra que se desarrolla en Ucrania ha puesto de manifiesto dos cosas fundamentales: que […]

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La guerra que se desarrolla en Ucrania ha puesto de manifiesto dos cosas fundamentales: que la mayoría de los países aún cuenta con una gran dependencia a los combustibles fósiles, ante la falta de gas y que cuando las cosas se ponen difíciles, los planes, los acuerdos y los compromisos para el cuidado del medioambiente pasan a segundo plano.

Es precisamente esa dependencia a los hidrocarburos que, ante la reducción en la distribución del gas proveniente de Rusia, la mayoría de los países de la Unión Europea (UE) han aumentado su consumo de otros combustibles fósiles como el carbón y el petroleo.

De ese último, la Agencia Internacional de Energía (AIE), anunció que elevará su pronóstico de demanda global a pesar de las señales de una desaceleración económica.

La AIE señaló que los precios europeos récord del gas natural estaban estimulando el cambio sustancial de gas a petróleo. El organismo elevó su pronóstico de demanda para 2022 en 380,000 barriles por día.

Estas ganancias extraordinarias, concentradas principalmente en el Medio Oriente y Europa, enmascaran una debilidad relativa en otros sectores, pero impulsarán la demanda al alza en 2.1 millones de barriles diarios a 99.7 millones en 2022 y en otros 2.1 millones  a 101.8 millones en 2023, señaló la AIE en su informe mensual.

Los costos 

Sin embargo, más allá de las cifras, lo verdaderamente importante es el costo en vidas humanas y económicas que deja el uso desmedido de combustibles fósiles.

De acuerdo con un estudio elaborado por Greenpeace y el Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA), la contaminación causada por combustibles fósiles cuesta 2,900 millones de dólares al año en todo el mundo (3.3 por ciento del PIB mundial).

Además, el estudio señala que unos 40,000 niños fallecen anualmente en el mundo antes de cumplir 5 años por la exposición a micropartículas (PM2.5) procedentes de los combustibles fósiles.

Greenpeace señala que el dióxido de nitrógeno (NO2) procedente de los vehículos de combustión y las centrales eléctricas está vinculado a unos cuatro millones de nuevos casos de asma infantil cada año, con aproximadamente 16 millones de menores afectados por asma por la exposición a NO2.  

El organismo internacional resalta que acabar con los combustibles fósiles conllevaría importantes beneficios sanitarios y económicos: según un estudio publicado por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, cada dólar invertido bajo la Ley de Aire Limpio en dicho país generó al menos 30 dólares de beneficio, lo que impulsaría un consumo más responsable de energía sucia y podría incentivar a las empresas a cambiar su enfoque a uno más verde para su propio beneficio.