Europa en riesgo ante nueva crisis de suministro de Gas Natural

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Escrito por verdes |

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha alertado de que Europa podría sufrir una […]

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La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha alertado de que Europa podría sufrir una grave crisis de gas este invierno si Rusia decide cortar o reducir los suministros a través de Ucrania, que expiran el 31 de diciembre. Según la AIE, Europa depende en gran medida del gas ruso, que representa el 40 por ciento de sus importaciones, y no tiene suficientes reservas ni alternativas para cubrir la demanda en caso de una interrupción.

La AIE ha instado a los líderes europeos a negociar con Rusia y Ucrania para garantizar la continuidad del flujo de gas, así como a diversificar sus fuentes de energía y aumentar la eficiencia y el ahorro. La AIE ha señalado que el gas es un combustible clave para la transición energética, ya que emite menos CO2 que el carbón y el petróleo, pero también ha advertido de los riesgos geopolíticos y ambientales que conlleva.

La crisis de gas se produce en un contexto de tensión entre Rusia y Europa por el conflicto en Ucrania, la oposición al proyecto Nord Stream 2 y las sanciones impuestas por el caso Navalny. La demanda y los precios del gas se han disparado en los últimos meses debido a la recuperación económica tras la pandemia, la escasez de suministro por el clima extremo y la competencia de otros mercados como Asia.

La escasez de gas en Europa se debe principalmente a la disminución de los envíos de Rusia a través del gasoducto Nord Stream, que conecta directamente con Alemania por debajo del mar Báltico. Este gasoducto ha operado a menos del 20 por ciento de su capacidad desde julio, lo que ha supuesto una pérdida de unos 600 millones de metros cúbicos por semana, según la AIE. Rusia ha condicionado el restablecimiento del flujo a la terminación y puesta en marcha del Nord Stream 2, un proyecto que duplicaría la capacidad actual y que está pendiente de la aprobación regulatoria por parte de Alemania y la Unión Europea.

Además, la demanda mundial de gas se ha recuperado tras la pandemia y ha superado los niveles previos a la crisis sanitaria, impulsada por el crecimiento económico y la transición energética hacia fuentes menos contaminantes que el carbón o el petróleo. Esto ha generado una mayor competencia por el GNL, un tipo de gas que se transporta por barco y que se puede destinar al mercado que ofrezca mejores precios. En este sentido, Asia ha sido el principal destino del GNL en los últimos meses, debido a su mayor demanda y a su disposición a pagar precios más altos que Europa.

La escasez de gas ha disparado los precios en Europa a niveles nunca vistos. El precio medio del gas natural en el mercado mayorista europeo ha pasado de 15 euros por megavatio hora (MWh) en enero a más de 100 euros por MWh en septiembre, según el índice TTF, el principal referente del continente. Esto supone un incremento del 566 por ciento en lo que va de año y del 1,233 por ciento respecto al mismo mes del año pasado.

Precio del gas

El aumento del precio del gas tiene un efecto directo sobre el precio de la electricidad, ya que el gas es uno de los combustibles que determinan el costo marginal del mercado eléctrico. Así, el precio medio del megavatio hora en el mercado mayorista europeo ha pasado de 40 euros en enero a más de 150 en septiembre, según el índice EPEX SPOT. Un incremento del 275 por ciento en lo que va del año y del 407 por ciento respecto al mismo mes del año pasado.

Estos precios récord tienen un impacto negativo sobre la economía y la sociedad europeas, ya que encarecen los costos de producción de las industrias intensivas en energía, como la siderurgia, la química o el papel, y reducen su competitividad frente a otros mercados. Además, afectan al bolsillo de los consumidores domésticos, que ven cómo se incrementa su factura eléctrica y su gasto en calefacción.

Ante esta situación, las autoridades europeas han adoptado una serie de medidas para garantizar el suministro energético durante el invierno como aumentar las reservas de gas, diversificar las fuentes de suministro, fomentar el ahorro energético y proteger a los consumidores más vulnerables. 

La crisis del gas en Europa, señalan algunos especialistas, no se resolverá a corto plazo, ya que depende de factores geopolíticos, climáticos y económicos que escapan al control de los gobiernos y de los mercados. Según la AIE, si Rusia no reanuda sus envíos a través del Nord Stream, Europa entraría en una crisis energética más profunda para 2024, cuando se agotarían las reservas y tenga que competir con otros mercados por el GNL. Además, la demanda mundial de gas seguirá creciendo en los próximos años, impulsada por la recuperación económica y la transición ecológica.