Hacia una verdadera economía del plástico en México

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Escrito por verdes |

Se requiere que las empresas adopten objetivos más ambiciosos para 2025 como meta para que todos los empaques plásticos reutilizables.

El tema de la basura de plásticos, sobre todo de un solo uso, ha adquirido una enorme visibilidad a nivel mundial. Y no es para menos. Según datos de WWF, de los casi 400 millones de toneladas de plástico virgen producido entre 1950 y 2016, la mitad se produjo entre 2000 y 2016. El 75% de esta producción se convierte en basura y casi 40% de esta se maneja de manera infectiva y termina en la naturaleza.

De continuar la actual tendencia, la producción de plásticos aumentará 40% y la basura que genera se duplicaría para el 2030; para entonces, habrá más plástico que peces en nuestros océanos.

No sorprende entonces que hayan proliferado las iniciativas públicas y privadas para impulsar tanto estándares como regulaciones para controlar, e incluso prohibir, el plástico de un solo uso. La más comprehensiva es la Nueva Economía de Plástico de la Fundación Ellen MacArthur.

Con la participación de más de 600 organizaciones, la iniciativa ha logrado el compromiso de muchas empresas globales para lograr que el 100% de las envolturas plásticas sean reutilizables, reciclables o compostables para el 2025.

En 2019, en la cuarta sesión de ONU Ambiente, 200 países se fijaron el objetivo de reducir los plásticos de un solo uso para el 2030. Es el primer paso para lograr un Tratado Global que refuerce múltiples esfuerzos regionales y nacionales en esta misma dirección.

Este consenso global apunta hacia la necesidad de transformar los modelos de negocio que adopten la economía circular. Entre otros aspectos, esta agenda requiere disminuir el costo de reciclado del plástico y aumentar la calidad de los materiales secundarios para reducir la producción del plástico virgen; asegurar la responsabilidad extendida de los productores, la transparencia de la información sobre las tasas de recolección, de reciclaje, así como la adopción de programas educativos, ofreciendo alternativas y apoyando la reducción y el uso del plástico innecesario.

Aunque el grueso de problema reside en Asia, en México vivimos una situación alarmante. Aunque la información oficial está desactualizada, ya para 2012, la basura plástica había mostrado la tasa de crecimiento más alto de toda la basura, de 232%, pasando de 1.38 millones de toneladas métricas a 4.58 millones de toneladas métricas entre 2001 y 2012.

Al mismo tiempo, la infraestructura de recolección de plástico está rezagada, puesto que en 2016 solo 77 municipalidades de 2,458 tenían registrados centros de recolección. Muchos estados y municipios en México ya han adoptado regulaciones y programas para limitar los plásticos de un solo uso. La Alianza por un México sin Plásticos incluye 18 estados y más de 30 organizaciones que buscan introducir regulaciones para prohibir el uso de este tipo de productos.

Si bien muchas empresas en México impulsaron el Acuerdo por una Nueva Economía del Plástico en el Senado de la República a finales del 2019, la Fundación Ellen MacArthur ha señalado que, si bien tal acuerdo va en el sentido correcto, requiere cambios significativos para alinearse a la iniciativa global que la fundación lidera. Sobre todo, recomienda revisar la propuesta de transformar el desperdicio plástico en energía o su incineración como posibles soluciones de largo plazo, ya que no es compatible con la visión de economía circular y aumentaría considerablemente las emisiones de carbono.

También sugiere que las empresas adopten objetivos más ambiciosos y consideren el 2025 como meta para hacer todos los empaques plásticos reutilizables, reciclables o compostables. 

http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/263_190118.pdfQue las empresas mexicanas decidan seguir estas recomendaciones rendiría muchos beneficios. Permitiría sentar las bases de un diálogo con las organizaciones de la sociedad civil y los gobiernos estatales de la Alianza por un México sin Plásticos, elemento indispensable para avanzar en una agenda común, incluyente y resiliente; lograr una reforma a la Ley para la Prevención y el Manejo Integral de la Basura que ofrezca la adopción de estándares mínimos a nivel nacional, en vez de contar con muchas de las regulaciones locales y estatales que son diversas y que aumentan los costos de transacción; adoptar una verdadera nueva economía del plástico para México, que lo ponga en sintonía con las tendencias mundiales.