Las criptomonedas quieren reducir su impacto ambiental

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Escrito por verdes |

La criptominería tiene una alta demanda de energía, misma que se ve reflejada en las […]

La criptominería tiene una alta demanda de energía, misma que se ve reflejada en las emisiones de CO2, ya que las empresas de criptomonedas se abastecen de fuentes de energía no renovables.

Desde el lanzamiento del Bitcoin en enero de 2009, las criptomonedas han dado mucho de qué hablar, tanto por la especulación financiera que representan como por el impacto ambiental que genera, principalmente al momento del “minado”. Este último aspecto ha sido el más señalado dada la crisis ambiental que atraviesa el planeta.

La criptominería es el proceso mediante el cual se crean nuevos Bitcoins. Esta consiste en la resolución de complejos matemáticos que demandan gran potencia energética. Precisamente esa demanda de energía es la causante de emisiones de CO2 en grandes cantidades, pues las empresas de minado se abastecen generalmente de fuentes no renovables como termoeléctricas que, funcionan a base de energías fósiles principalmente carbón, que es el más utilizado.

No se cuenta con el dato exacto de cuántas criptomonedas existen actualmente, pero se estiman que son alrededor de 8,500. Entre las miles de opciones, han surgido varias en pos de tener un menor impacto ambiental.

Chia Network fue fundada en agosto de 2017 por Bram Cohen, programador informático reconocido por ser autor del Protocolo BitTorrent en 2001. La criptodivisa de esta plataforma, que empezó a cotizar el 3 de mayo de 2021 en Wall Street, no tiene un proceso de minería, sino de “agricultura” el cual se “cultiva” en función de la cantidad de espacio que le dé el disco duro.

Ciertamente el consumo de energía es menor, ya que la demanda de potencia en los equipos computacionales es menor. Sin embargo, Chia ha disparado la venta de discos duros, en China lo que provocó escasez y aumento de precio del producto. El cultivo de esta criptomoneda reduce la vida útil de las unidades SSD de varios años a tan solo unas cuantas semanas. Lo cual también genera un impacto ambiental, dado que los desechos electrónicos contienen metales como plomo y litio, que suponen un riesgo medioambiental, y de salud, de no ser tratados correctamente.

Ethereum es la segunda criptomoneda en importancia, solo por detrás del Bitcoin, cofundada por el programador ruso Vitalik Buterin. Esta al igual que su mayor competencia, utilizaba el sistema de minado para añadir bloques a su cadena, pero a partir de la actualización Ethereum 2.0 “Serenity”, se eliminó dicha acción. Ahora utiliza un algoritmo de prueba de participación (PoS, por sus en inglés), en el cual desaparecen los mineros y aparecen los validadores de transacciones, los cuales deben tener cierta participación (32 ETH actualmente) para poder añadir un bloque

a la cadena, a este proceso se le conoce como “minting”. Este cambio significa una gran disminución en el consumo energético de las criptomoneda.

Cardano es una plataforma de bloques en cadena, creada en 2015, y lanzada en 2017, por el cofundador de Ethereum Charles Hoskinson. Al igual que Ethereum 2.0, se maneja por el modelo de prueba de participación, la cual es una alternativa de menor impacto ambiental comparado con el minado tradicional de criptomonedas.

Según el Índice de consumo de electricidad de Bitcoin de la Universidad de Cambridge, su gasto anual se estima en 148.47 teravatios/horas (TWh), mayor al de países como Suecia y Noruega, 143 y 123 TWh respectivamente. Asimismo, ambas naciones se encuentran entre las más encaminadas en la transición a las energías verdes y entre ambas suman 1.7 por ciento del minado de Bitcoin a diferencia de Estados Unidos, Kazajistán y Rusia que participan con el 35, 18 y 11 por ciento respectivamente.