La producción de vehículos eléctricos, demandará un enorme volumen de energía eléctrica en el mundo; las ciudades inteligentes, en las que la conexión digital será fundamental para establecer programas de seguridad y monitoreo del tránsito de personas y mercancías, aunado a la automatización de la producción industrial que, conformará la curta revolución industrial, determinarán lo que será un nuevo mercado energético mundial.
Una revolución como esta, requiere de grandes proyectos de inversión en infraestructura, sistemas de gestión, almacenamiento y comercialización en el que tanto gobiernos como iniciativa privada, deberán de trabajar conjuntamente para lograr una transición exitosa hacia una economía más sustentable. No hacerlo, podría significar quedarse bajo los principios de la economía de mediados del siglo pasado.