Turismo, medioambiente y derecho

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Por: Octavio Ruiz Mendez, Jurista en Derecho y Justicia Ambiental La actividad turística, como parte […]

Turismo

Por: Octavio Ruiz Mendez, Jurista en Derecho y Justicia Ambiental

La actividad turística, como parte del ocio y la recreación, que forman parte de la salud humana, puede contribuir a la conservación de los ecosistemas, por lo que muchas comunidades han optado por el turismo en Áreas Naturales Protegidas, sin llegar a la zona núcleo, y es aquí donde compaginan el disfrute del patrimonio natural y el turismo. Sin embargo, la comunidad, los pueblos originarios y la sociedad civil organizada, no están dispuestos a servir para fines económicos, sociales o culturales, con el pretexto del impulso al turismo.

Generalmente, cuando se plantea una proyección, muchas veces no se cuenta con la información suficiente o no interesa preservar el medioambiente, permitiendo que se extraigan especies silvestres o se modifiquen factores biofísicos (aire, agua y suelo). Es ahí donde el turismo rebasa la capacidad de carga del lugar y puede llegar a crear daño y diversos impactos negativos en los ecosistemas.

Tradicionalmente se ha visto a la actividad turística enfrentada con el ambiente, en función de los recursos que demanda el denominado Gran Turismo, caracterizado por el lujo en los servicios ofrecidos y grandes dimensiones de sus instalaciones, como ocurre con las franquicias hoteleras internacionales. Desde dicha perspectiva, paisajísticamente resulta imposible empatar algunos conceptos de servicios o actividades. 

Si hablamos en un sentido estricto sobre la conservación del ambiente y el turismo, sin duda alguna la balanza se inclinaría hacia la preservación de los recursos naturales en un área determinada. Lo contradictorio radica en la falta de recursos para el mantenimiento, el cuidado y el manejo de muchas áreas. Por ende, hay desarrollos turísticos no sustentables que deterioran los ecosistemas, contribuyen a la sobreexplotación de las especies o modifican la cultura de las comunidades.

Como en los casos anteriores, para su un buen funcionamiento, las áreas destinadas a la conservación deben tener una serie de actores como la población en general, los organismos gubernamentales y políticas públicas, los cuales deben incentivar una adecuada comunicación social y una planeación correcta donde el derecho colectivo sea respetado; incluso, debe haber consultas públicas cuando algunas áreas se destinen para fines turísticos.

Además, las acciones siempre deben ser monitoreadas y evaluadas para no ejercer daños considerables al ambiente, para que de forma consciente los proyectos marca ciudad o marca estado sean una muestra de cómo se puede facilitar el desarrollo de proyectos enfocados en el turismo ambiental con la ayuda de técnica en materia ambiental y urbana, la arquitectura, el marketing, la administración pública, la comunicación y el derecho. 

El turismo, en su mayoría, depende de su relación con el medioambiente, pues los sitios turísticos incluyen zonas donde la naturaleza muestra su esplendor, convirtiéndose en un destino para cualquier turista que gusta de la montaña, la playa, el desierto o la selva.

Así, el patrimonio natural y cultural de una región permite generar el interés de todos los pilares de la economía, por lo que hay que regular la manera como se utiliza a la naturaleza, sin que ésta se vea afectada o se ponga en riesgo, ya que estaría en riesgo nuestra propia subsistencia en el planeta.