2020: el año que puso en peligro a la humanidad

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El reporte anual del resumen 2019 del Banco Mundial, señala que durante ese año, alrededor […]

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El reporte anual del resumen 2019 del Banco Mundial, señala que durante ese año, alrededor de 15 países habían reducido notablemente su tasa de pobreza y el acceso a la electricidad en las zonas más pobres de esas naciones, había aumentado 57 por ciento. De hecho, el informe revela que al cierre del año pasado, el 89 por ciento de la población mundial tenía electricidad en sus hogares.

No obstante, el avance registrado en esas 15 naciones principalmente de Asia meridional y el sur de África, regiones que concentran el 85 por ciento de la población más pobre del planeta, el resumen del Banco Mundial, planteaba que aún existían rezagos en otras áreas.

Por ejemplo, el reporte señala que uno de cada dos niños en los países más pobres del mundo no saben leer, mientras que la deuda de los países emergentes se había incrementando 54 por ciento con respecto a su PIB a partir del año 2010 y para el 2018, esa deuda representaba 170 por ciento del PIB.

El panorama de la pobreza en muchos países se ha convertido en el motor de la migración. El resumen del Banco Mundial señala que además de la pobreza, los conflictos bélicos han contribuido al desplazamiento de más de 70 millones de personas quienes generalmente llegan a países en vías de desarrollo para refugiarse.

El informe señala que el 85 por ciento de los migrantes, llegan a países con economías emergentes, lo que agudiza las condiciones de desarrollo y servicios de los países receptores que terminan por marginar a los migrantes.

El resumen del Banco Mundial a manera de vaticinio, hace un llamado en torno a los sistemas de salud de los países en todo el planeta, por supuesto, el comentario se centra en los países más pobres, pero el informe ya hace hincapié en la deficiencia de los sistemas de salud.

El foco de la alerta fue el brote de sarampión que se había incrementando 300 por ciento hasta el 5 de noviembre de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El organismo reportó que a esa fecha, había más de 663 mil infectados en todo el planeta.

La OMS señalaba que la caída en los índices de vacunación principalmente en los países más pobres, era uno de los principales componentes del brote, pues según cifras del organismo, 169 millones de niños en el mundo, no habían tenido acceso a la primera dosis entre los años 2010 y 2017, es decir, más de 21 millones de niños promedio anual no fueron vacunados.

Independientemente de que la razón del brote de sarampión fuera la causa de la falta de acceso a la vacuna, en alguna parte de la estructura de servicios de los sistemas del salud del planeta, estaban fallando. Si de pronto la sociedad mundial estaba presentando problemas para enfrentar una enfermedad conocida y anteriormente controlada, ¿qué futuro se podría esperar ante un padecimiento nuevo, desconocido y sin precedentes?

2020 el año del Covid-19

Mucho se ha escrito ya sobre los cambios que la aparición del Covid-19 ha generado en las economías de los países y en la sociedad. El resumen 2019 del Banco Mundial dejo entrever fallas en los sistemas salud, la pandemia solo amplió y remarcó que las deficiencias no era privativas únicamente en los países más pobres, si no también en las principales potencias económicas.

Para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) la pandemia por el Covid-19 es el mayor desafío que ha enfrentando la humanidad desde la segunda guerra mundial.

De acuerdo con este organismo, el impacto económico, político y social que ha generado la pandemia, implica un riesgo para la estabilidad y la paz de los países más vulnerables. En ese sentido, el PNUD se ha dado a la tarea de presentar una serie de propuesta para que los países logren dar respuesta a sus problemas más apremiantes en este momento.

Y es que además de la perdida del empleos, de acuerdo con cifras del Banco Mundial, las remesas que los países reciben desde el exterior, se reducirán hasta 110 millones de dólares afectando con ello a más de 800 millones de personas. Estos factores se suman al incremento de la pobreza ocasionada por la pérdida de empleos y crisis económica generada por la pandemia.

Ante ello, el PNUD está promoviendo un plan para los países que está segmentada en cuatro áreas que abarcan la gobernanza, la protección social, la economía verde y el acceso universal a las tecnologías digitales. Así mismo, el organismo está promoviendo para que las empresas, gobiernos y organizaciones de la sociedad, implementen programas para otorgar una renta universal a quienes se encuentren en condiciones más vulnerables.

La CEPAL ha venido realizando un monitoreo mensual sobre el impacto del Covid-19 en las economías latinoamericanas y en su reporte de julio, se proyecta un incremento de la desocupación del 13 por ciento al cierre de 2020 en toda la región, esto significaría un crecimiento del 5.4 por ciento de la gente sin empleo con respecto a 2019.

Así mismo, el organismo estima que para el cierre de año, habrá poco más de 45 millones de personas más en situación de pobreza por lo que la población total en condición de pobreza en América Latina será de más de 185 millones de personas.  

La CEPAL tiene proyectado que el intercambio comercial de la región retrocederá 23 por ciento, mientras que las remesas disminuirán poco más de 7 por ciento, afectando principalmente a los países de Centroamérica y el Caribe. Este escenario vaticina una caída de 9.1 por ciento del PIB de toda la región latinoamericana, pero serán los países sudamericanos quienes tendrá la caída más pronunciada que se estima en 9.4 por ciento, mientras que la región compuesta por México y Centroamérica, tendrá un retroceso de 8.4 por ciento del PIB.

El desempleo en la región alcanzará a más de 44 millones de habitantes de Latinoamérica, que significan 18 millones de personas más sin trabajo con respecto al 2019, mientras el PIB pércapita descenderá 9.9 por ciento.

Un año perdido

El anterior conjunto de cifras parece echar por tierra los avances que habían costado casi dos décadas a los países emergentes. Los estudios del PNUD y la CEPAL señalan que en muchas de las dimensiones sociales de desarrollo se habrán registrado hasta diez años de retroceso al término de 2020.

En este escenario, las organizaciones de la sociedad tendrán un papel fundamental para recuperar el trecho perdido, pero sobre todo, para reforzar las tareas del tejido social que será fundamental para reparar los efectos propiciados por la pandemia.

En el presente informe de las Empresas Filantrópicas y Fundaciones, se reportan avances en el trabajo de reconstrucción del tejido social, principalmente enfocado a los niños y hombre y mujeres en situación de vulnerabilidad, quienes han sido atendidos en temas de educación, alimentación y salud.

En este último rubro, habrá que hacer un alto y revisar las oportunidades de mejora que se pueden implementar en los programas que empresas y fundaciones aplican cada año dentro y fuera de sus respectivas organizaciones.

En el foro que recientemente realizó Empresas Verdes entorno al trabajo que las empresas y fundaciones han realizado para hacer frente a la pandemia, las organizaciones participantes expusieron las tareas y su capacidad de respuesta y adaptación para atender la emergencia sanitaria sin precedentes.

El foro la “Fortaleza de la Sociedad Civil frente al Covid-19” reveló que el principal activo con que cuenta la sociedad civil organizada es su capacidad para generar alianzas y trabajar de manera coordinada ante escenarios de emergencia como el que se ha vivido en 2020.

La propespectiva hacia delante de las organizaciones, es superar la incertidumbre y reencaminar sus procesos de producción y operativos con la finalidad de retomar en el menor tiempo posible, la recuperación económica que será fundamental en los proximos meses y años.

Es cierto, las organizaciones y grandes corporaciones que participaron en el foro y aparecen en el presente listado de fundaciones, no representan toda la actividad económica, ni tampoco recae en ellas la responsabilidad de encontrar el camino de la recuperación económica, pero su papel será fundamental para apoyar y asistir a los millones de personas que han perdido y habrán perdido el empleo o el sostén económico de una familia a causa del Covid-19.

Debemos preguntarnos entonces si el 2020 es un año perdido totalmente o es la oportunidad para reinventar la sociedad en su conjunto. Muchas voces coinciden en que se tiene la oportunidad de reconstruir las estructuras sociales; la CEPAL y el PNUD, promueven de hecho el crecimiento y desarrollo sostenible como parte de la fórmula para recuperar el año perdido, y para ello, ahí deberán estar  las empresas y fundaciones para asumir el rol que les corresponde.