Un imperativo para el futuro del planeta
Escrito por María Fernanda Ramírez |
El modelo de economía lineal que hemos seguido durante décadas, basado en extraer, usar y […]
El modelo de economía lineal que hemos seguido durante décadas, basado en extraer, usar y desechar, ha llevado a una explotación excesiva de los recursos naturales y al aumento exponencial de los residuos. Organizaciones sociales y organismos internacionales han alertado sobre la necesidad urgente de transitar hacia un modelo de economía circular. Este enfoque, que busca eliminar residuos, extender la vida útil de los productos y promover su reutilización, es esencial para la preservación del planeta y la sostenibilidad a largo plazo.
México, como muchos otros países, enfrenta el reto de implementar este cambio. Aunque desde el ámbito federal hasta el local ha habido esfuerzos para adoptar políticas más sostenibles, aún queda un largo camino por recorrer. El compromiso de actores políticos clave, como la presidenta Claudia Sheinbaum, será fundamental durante este sexenio.
La ONU, a través de su Programa para el Medio Ambiente (PNUMA), ha enfatizado la urgencia de este cambio. En su reciente informe “El fin de la era de los desechos”, el organismo destaca la necesidad de reducir la generación de residuos y de revalorizar los desechos como recursos. Según el informe, la generación global de residuos sólidos urbanos, que en 2023 alcanzó los 2,300 millones de toneladas, podría llegar a los 3,800 millones de toneladas en 2050 si no se toman medidas. Además, el costo directo de la gestión de residuos, estimado en 252,000 millones de dólares (mdd) en 2020, podría dispararse hasta 640,000 mdd para 2050 debido a la contaminación y el cambio climático.
Para México, el compromiso con la economía circular no es sólo un desafío ambiental, sino también una oportunidad de justicia social y desarrollo económico. El World Resources Institute (WRI) ha señalado que, aunque existen avances en la adopción de políticas de economía circular, éstos no son suficientes. México ha comenzado a integrar criterios de circularidad en la gestión de residuos y a implementar prohibiciones de plásticos de un solo uso. Sin embargo, el WRI insta a adoptar enfoques de género en las políticas ambientales y a crear espacios de colaboración y diálogo que incluyan a todos los sectores de la sociedad.
La cooperación entre gobiernos, empresas y sociedad civil será crucial para avanzar hacia una economía circular que promueva patrones de consumo y producción sostenibles, además de que permita un desarrollo más resiliente e inclusivo.
Para que México pueda consolidar las bases de esta economía circular es fundamental la voluntad política y una coordinación efectiva entre los diferentes niveles de gobierno. También es necesaria una política nacional integral que considere desde la educación y la planificación urbana hasta la justicia ambiental y la innovación tecnológica. A medida que avanzamos hacia el cumplimiento de los compromisos internacionales y hacia un modelo económico más sostenible, el trabajo conjunto será clave para garantizar un futuro habitable para las próximas generaciones.