2020: el año de no retorno para el cambio climático

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Ante lo que parece un camino sin retorno, las empresas deberán asumir sus compromisos de […]

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Ante lo que parece un camino sin retorno, las empresas deberán asumir sus compromisos de reportar y dar seguimiento de su huella de carbono con mayor transparencia. Esto si de verdad están comprometidas para revertir el cambio climático.

Recientemente, el grupo intergubernamental de expertos de cambio climático (IPCC) dio a conocer su reporte en el que alertaba que los impactos del calentamiento global, era cada vez más visibles y que, el escenario podría ser más catastrófico en caso no de tomar acciones para revertir el aumento de las temperaturas y evitar alcanzar los 1.5ºC que sería irreversible para la humanidad.

El anunció está dado en un contexto, por demás caótico pues el planeta se va recuperando de una pandemia, de la que aún no salimos, que postró a todos los países durante 2020 y ha dado paso a una crisis económica todavía de pronóstico reservado en cuanto a su severidad.

La crisis sanitaria de pronto se presentó como una oportunidad para resarcir el impacto ambiental generado por medios antropogénicos cuando el confinamiento sanitario, nos mostró el descenso de las emisiones de CO2 cuando prácticamente todas las actividades humanas se detuvieron por más de seis meses durante 2020.

Sin embargo, lamentablemente, el cielo azul y limpio, duro poco tiempo y una vez retomadas las actividades económicas y sociales en cada país conforme fue avanzando en sus esquemas de vacunación, las emisiones de gases de efecto invernadero volvieron aparecer en la atmósfera. La Agencia Internacional de Energía señaló en su más reciente reporte, que para 2023 las cifras de emisiones de CO2 estarán en nuevo record histórico y junto con ello, el ascenso de la temperatura del planeta.

Es ante este escenario, que gobiernos, empresas y sociedad en su conjunto, enfrentan un reto colosal que significa reducir sus emisiones de CO2, pero antes de eso, deberán de comenzar a reportar y dar seguimiento a sus huellas de carbono para responder a los efectos del calentamiento global.

La decimo segunda edición de “Las Empresas Verdes” echa una mirada a la forma en que la pandemia por Covid-19 impacto en las actividades de las empresas y junto con ello, su reducción de emisiones de CO2. No obstante, la muestra de 30 empresas es aún pequeña para el número de grandes compañías que operan en México y sus compromisos y prácticas ambientales para sumarse a mitigar el calentamiento global.

El punto de inflexión

Diversas voces señalan al 2020 como el punto de inflexión para iniciar la transformación de una sociedad y una economía más comprometida con el medio ambiente.

Para algunos, la pandemia mostró no sólo las diferencias sociales y agudizo su brecha entre países y hacia dentro de sus propias sociedades. También tiro el telón del escepticismo sobre el impacto que el ser humano ha generado sobre el ambiente y el agotamiento de los recursos naturales.

Para muchos científicos, el Covid-19 es un efecto directo de las actividades antropogénicas del ser humano. De hecho, a casi dos años de iniciada la pandemia, aún no tenemos con claridad cuál fue su origen, al menos no de manera oficial.

Al respecto, existen dos corrientes de pensamiento científico que explican las posibles causas del Covid-19 acusa del impacto ambiental del ser humano. Una de ella, presume que el derretimiento de los polos podría estar liberando todo tipo de virus o bacterias de las que el ser humano moderno, no tiene referencia, mientras que otro grupo, asegura que la deforestación de selvas y bosques, alteran los ecosistemas y liberan organismos vivos que llegan a mutar para convertirse en enfermedades que atacan primero la fauna para después pasar al ser humano en un proceso largo de evolución y desarrollo convertido en una bacteria.

Y aunque es difícil establecer cuál de las dos teorías es la más probable, los efectos del calentamiento global son cada vez más evidentes en todo el planeta. Por ejemplo, Europa en apariencia, era uno de los continentes que padecía menos los efectos del calentamiento global, debido a que, regularmente la región reporta pocos fenómenos meteorológicos.

Sin embargo, 2020 fue totalmente distinto, para empezar, el invierno golpeó por sorpresa a varios países con nevadas inusitadas en varios países entre ellos España. Para el verano, las temperaturas rompieron el termómetro y algunos países como Italia reportaron hasta 48.8ºC cuando sus temperaturas promedio en esa temporada reportan 21ºC.

Pero lo que crispo los nervios de la comunidad europea fueron las lluvias torrenciales que arrasaron las provincias de Alemania, Italia y Francia. Las escenas de inundaciones y destrucción en distintos poblados de esos países, captaron la atención y dieron la vuelta al mundo.

A los desastres en Europa, siguieron escenarios similares en Nueva York y otros estados de la Unión Americana, sin dejar de contar los desastres que dejaron las lluvias en los estados de Hidalgo, Puebla y las zonas costeras de México.

Compromisos vs Greenwashing

Es en este contexto es que llega la COP26 a realizarse en Glasgow, escenario que, para muchos, debe ser el parteaguas en cuanto a las acciones, compromisos y acuerdos a los que se deben llegar para iniciar el proceso de transición hacia un mundo más respetuoso con el medio ambiente y que, garantice además, el crecimiento económico y social de una manera más justa y equitativa. Y es que la crisis energética que se está gestando en este momento y que afecta toda Europa, ha puesto nuevamente en el escenario mundial, la necesidad de transitar a mayor velocidad hacia las fuentes renovables para sustituir a las fósiles.

El asunto es que, a nivel mundial, las energías renovables, van a paso lento, así lo declaró, Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Eneregía (IEA) en septiembre pasado. Y ante ello, los datos, son contundentes; las principales fuentes utilizadas para generar electricidad a nivel mundial, son el carbón con el 38 por ciento, seguido del gas natural con 23 por ciento y la energía nuclear 10 por ciento.

Del total de la energía eléctrica que se produce a nivel mundial la solar y la eólica, representan sólo el 6.8 por ciento. Las renovables, se elevan al 23 por ciento, sumando la generación de las hidroeléctricas; el resto, son tecnologías como la biomasa, la geotermia y diversos residuos industriales y naturales.

El panorama no parece alentador, sin embargo, empresas y gobiernos, están asumiendo compromisos para alcanzar la meta “cero emisiones netas” de aquí al año 2050. Y ese precisamente, será el marco de las conversaciones durante la COP26 en donde se esperan alcanzar acuerdos positivos rumbo al objetivo más preciado en este momento que es bajar la temperatura del planeta y las emisiones de carbono.

Para lograr los objetivos además de que, los gobiernos y empresas se comprometan, se deberán incrementar las inversiones dirigidas a proyectos y el desarrollo de tecnologías sustentables, práctica que poco a poco los principales gestores de inversión comienzan a tomar en cuenta, pero no sólo eso, las empresas que soliciten los financiamientos, deberán cumplir con los criterios de Gobierno, Social y Ambiental (ESG por sus siglas inglés).

Al respecto, los reguladores de la bolsa de valores de Nueva York, ya trabajan para encontrar los mecanismos que les permitan medir y comprobar que las empresas cumplan con dichos criterios para evitar incurrir en el Greenwashing en el que parece que algunas empresas han estado incurriendo en los últimos años.

Los órganos reguladores a nivel mundial, se encuentra también diseñando un sistema homogéneo y detallado para que países y empresas, inicien un seguimiento de su huella de carbono, la reporten y comiencen a tomar decisiones en virtud de los resultados obtenidos para encaminar y orientar su crecimiento bajo los criterios de desarrollo sostenible y respeto ambiental.

El objetivo es no dejar a nadie fuera de este esfuerzo en el que gobierno, empresas y sociedad se sumen, se comprometan y tomen acciones para mitigar las emisiones y contrarrestar el calentamiento global. De esta forma, las empresas por ejemplo, deberán involucrar a sus cadenas de suministros en estos compromisos, los gobiernos, sumar entidades, municipios y localidades, mientras que la sociedad, deberá asumir su compromiso desde el hogar, la escuela y los centros de trabajo.

Transparencia verde

En estos momentos en que la pandemia del Covid-19 pudiera ser producto del cambio climático, en el que, la crisis energética nos enfrenta ante la necesidad de llevar a cabo la transición hacia energías renovables, de encaminarnos hacia una economía verde y circular y evitar alcanzar los 1.5ºC de aumento de la temperatura del planeta, las empresas deberán transitar hacia prácticas no sólo de sustentabilidad si no también de transparencia.

La décima segunda edición de Las Empresas Verdes reporta sólo 30 empresas de un padrón de más de mil empresas en México que por su tamaño de ingresos y de generación de empleos bien podrían aparecer en este listado. El objetivo no es sólo cosmético, si no comunicar y mostrar el trabajo que muchas de ellas, realizan entorno al cuidado del medio ambiente y al desarrollo sustentable.

A lo largo de 12 años de realizar este ejercicio, nos ha permitido conocer el trabajo de muchas empresas que han participando en alguna edición a lo largo de éste tiempo y que hoy no aparecen en nuestra edición 2021, pero que sabemos deben estar presentes y que no deberán faltar en el futuro, pues la atención de inversionistas, clientes, proveedores y audiencias estarán pendientes de sus acciones ya sea a favor de la protección ambiental, o por incurrir en prácticas que afecten y dañen el medio ambiente.

En ese sentido, va una felicitación a todas y cada una de las empresas que aparecen en nuestro listado que han tomado la decisión de ser más transparentes y están comprometidas a bajar y mitigar sus emisiones como parte de su contribución para detener el calentamiento global.