En crisis las principales empresas siderúrgicas de Europa 

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La industria siderúrgica europea se enfrenta a los embates de la transición energética y las […]

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La industria siderúrgica europea se enfrenta a los embates de la transición energética y las turbulencias generadas por el conflicto en Ucrania. Estos desafíos han desencadenado una serie de cierres y reestructuraciones que están remodelando el panorama de esta industria.

En el Reino Unido, donde la siderurgia tuvo sus raíces durante la revolución industrial, recientes anuncios sobre el cierre de los últimos dos altos hornos de Tata Steel en Port Talbot, Gales, así como la incertidumbre en torno a los altos hornos de British Steel en Scunthorpe, han dejado claro que la industria ha perdido su esplendor.

En Italia, el gobierno ha tomado el control de los antiguos altos hornos Ilva de Taranto, casi al borde de la quiebra, tras recuperarlos de Arcelor Mittal, con la esperanza de encontrar nuevos compradores en un mercado cada vez más volátil y competitivo.

Según Marcel Genet, experto en siderurgia, se necesitarían entre 1,600 y 2,200 millones de dólares para modernizar los hornos en mal estado de Port Talbot, y montos similares para adecuar los altos hornos italianos a las normativas medioambientales actuales.

La Unión Europea ha anunciado planes para otorgar 9,750 millones de dólares en ayudas públicas para financiar la descarbonización y modernización de la siderurgia, reconociendo la urgencia de transformar esta industria, que junto con el cemento, el aluminio y otros sectores, contribuye significativamente al calentamiento global.

Empresas como Arcelor Mittal en Francia, Bélgica y España, así como ThyssenKrupp y otras en Alemania y Austria, han recibido ayuda para implementar cambios en sus procesos de producción, abandonando progresivamente el uso del carbón y apostando por tecnologías más limpias.

A pesar de estos esfuerzos, las inversiones necesarias son enormes y difíciles de conseguir debido al aumento de los costos energéticos, las tasas de interés en alza y la caída de los precios de ciertos materiales.

En este contexto, ThyssenKrupp ha reportado recientemente importantes pérdidas en su rama siderúrgica, reflejando las dificultades que enfrenta el sector en su conjunto.

Aunque se vislumbra un futuro más verde con la aparición de nuevas fábricas de acero en países como Suecia, Noruega, Francia y España, impulsadas por tecnologías innovadoras y sostenibles, la transición no será fácil.

Además de los desafíos climáticos y financieros, la guerra en Ucrania ha añadido un factor adicional de incertidumbre al panorama siderúrgico europeo. La pérdida del control operativo de importantes acereras en Ucrania ha generado una mayor demanda de acero en el continente, exacerbando las tensiones en un momento ya complicado para la industria.