El COVID-19 y los niños: El reto de cuidar a los más vulnerables

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Tras dos años del despunte de la pandemia por Covid-19, los efectos siguen agravándose afectando […]

Tras dos años del despunte de la pandemia por Covid-19, los efectos siguen agravándose afectando a los niños en el mundo.

La pandemia de coronavirus ha afectado a la niñez del mundo a una escala sin precedentes. Se le ha catalogado como la peor crisis para la infancia en nuestros 75 años de historia, según declaró la UNICEF en el informe “Evitemos una década perdida: Hay que actuar ya para revertir los efectos de la COVID-19 sobre la infancia y la juventud”.

El documento reveló también que, dos años después del despunte del virus, los efectos siguen agravándose, mientras aumenta la pobreza, se arraiga la desigualdad y se ponen en peligro los derechos de los menores hasta grados que no se habían visto nunca antes.

Y es que a finales del año 2021 se contabilizaba un total de 141 mil 463 niños contagiados por el COVID-19 y más de 726 murieron, según el reporte del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna) con datos de la Secretaría de Salud.

Algunos países a la par de la vacunación en adultos, comenzaron a inmunizar a los pequeños, luego de que algunos fabricantes hicieron pruebas y confirmaran que eran seguras para los pequeños. Inicialmente se inyectó a quienes mostraban mayor riesgo por alguna enfermedad, aunque después se vacunó a cierta parte de la población infantil.

Corea del Sur, Filipinas, Indonesia, Reino Unido y Rusia vacunaron a sus niños con 12 años cumplidos. Mientras que Singapur y la Unión Europea lo hicieron desde los 5 años. En Asia, tanto China como Hong Kong se anticiparon e inmunizaron desde los 3 años. 

En Latinoamérica los números cobraron importancia. Tanto Cuba como Venezuela vacunaron a los infantes desde los 2 años. Mientras que El Salvador y Chile aplicaron dosis a mayores de 6 años y en Argentina, Ecuador y Colombia se hizo a los mayores de 3. La vacunación fue obligatoria desde los 5 años en Costa Rica, al igual que en Brasil.

En el caso de México, las autoridades indicaron que los menores de 12 años no recibirían dosis contra COVID siguiendo la política de que deben priorizarse otros grupos más vulnerables.

En lo que parece el fin de la llamada cuarta ola provocada por la variante Ómicron, y con la relajación de medidas de sanidad por la baja de casos positivos, el futuro de los niños luce complicado.

En el informe “Evitemos una década perdida: Hay que actuar ya para revertir los efectos de la COVID-19 sobre la infancia y la juventud” se subrayan las diversas formas en que la pandemia sigue poniendo en peligro el progreso obtenido en temáticas fundamentales para la infancia, como la salud, la educación, la nutrición, la protección y el bienestar mental.

Se estima que al menos 100 millones de infantes viven en situación de pobreza debido a la pandemia, cifra que se elevó 10 por ciento desde 2019. Y para agudizar la problemática, el análisis sugiere que tendrá que pasar mucho tiempo para que se recupere el terreno perdido. En el mejor de los casos, deberán pasar entre siete u ocho años para vislumbrar una mejoría como la alcanzada antes del coronavirus.

Los niños, como en la mayoría de los casos, enfrentaron otras terribles realidades. En el punto más álgido de la pandemia, más de mil 600 millones de estudiantes no pudieron asistir a la escuela. Los problemas de salud mental, que afectan a más de un 13 por ciento de los adolescentes de entre 10 y 19 años, en todo el mundo, interrumpió o suspendió sus terapias.

El trabajo infantil aumentó hasta alcanzar 160 millones de niños sometidos mundialmente. Y se calcula que otros 9 millones podrían iniciar su vida laboral para finales de 2022 como resultado del aumento de la pobreza.

Mil 800 millones de niñas y niños vivían en 104 países en donde se interrumpió seriamente el servicio de prevención y repuesta a la violencia. Aunado a ello, se piensa que podrían producirse hasta 10 millones de matrimonios infantiles más a causa de la pandemia de COVID.

La UNICEF recomienda invertir en protección social, capital humano y gasto público para lograr una recuperación que incluya especialmente a los niños, los más vulnerados de todos los tiempos.