Empresas resisten el vendaval de la pandemia
Escrito por verdes |
La pandemia dejó millones de personas en la pobreza extrema, sin empleo y sin acceso a los servicios básicos de salud.
Al cierre de 2020, la pandemia dejó cerca de 115 millones de personas en la pobreza extrema, sin empleo y sin acceso a los servicios básicos de salud; mientras que más de 79 millones de personas fueron desplazadas de sus lugares de origen por casusas de violencia, persecusión, sequías y una serie de hechos que violentan sus derechos humanos.
Ambos hechos, significa desafíos particulares para las naciones y para las empresas que se han trazado metas específicas para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, especialmente los relacionados con la equidad, inclusión y disminución de las desigualdades y la pobreza.
Tanto la Organización Internacional de Trabajo (OIT) como el Banco Mundial y la ONU, han venido realizando seguimientos puntuales de los efectos generados por la pandemia a nivel mundial en donde por supuesto el Covid-19, junto al cambio climático y los conflictos internos en los países, contribuyeron agudizar las condiciones de pobreza de millones de personas que viven en los países en desarrollo principalmente.
Para estas instituciones, uno de los grandes retos a enfrentar radica en las opciones de empleo que puedan tener quienes no eran considerados como pobres previo a la pandemia, pues muchos de ellos, perdieron sus empleos, mientras que quienes ya vivian en condiciones pobreza, se encontraban en la búsqueda de oportunidades para incorporarse al mercado laboral.
En ambos casos, el principal problema es la incorporación o la reinserción al mercado laboral, el cual se encuentra deprimido en este momento y deja pocos espacios para quienes no cuentan con un nivel de preparación para cubrir los espacios laborales disponibles en este momento.
En América Latina, la cosa no es diferente; durante la pandemia la región alcanzó el nivel más alto de pobreza en 12 años. Es decir que, el 33 por ciento del total de la población de esta región, vive actualmente en pobreza extrema. El dato más alto registrado hace dos décadas fue de 12 por ciento.
Como generalmente sucede, los grupos más vulnerables en este escenario son las mujeres y los niños, pero a estos grupos hoy en día también se están sumando los adultos mayores, la personas con alguna discapacidad y las personas o grupos afines a las comunidades LGBT+ que en América Latina, viven en altas condiciones de vulnerabilidad.
El informe elaborado por el Centro de Documentación de la situación Trans de América Latina y el Caribe, CEDOLSTAC, de la RedLacTrans, revela que en el continente, el 90 por ciento de las personas pertenecientes a esta comunidad, se prostituyen o laboran en la informalidad.
Ese contexto, genera un ambiente de violencia para quienes pertenecen a las comunidades LGBT+ en América Latina; en ese sentido, a través de CEDOLSTAC, se está impulsando la creación de una “Ley de identidad de género” para la región. La finalidad de la iniciativa, está encaminada a erradicar la violencia y discriminación de que son objeto las personas con afinidades y preferencias sexuales distintas.
Efectos del cambio climático
Incedios forestales, sequías, inundaciones y desastres naturales junto con la violencia dejaron más millones de desplazados durante el 2020; este fenómeno, continuó pese a las restricciones impuestas por la pandemia, lo que indica que existen regiones del planeta que se están viendo severamente afectados por el calentamiento global y la ateración de los climas.
El fenómeno afecta a los trabajadores agrícolas quienes con la alteración del clima, se ven obligados a desplazarse a causa de los impactos climáticos en sus tierras de cultivo. La CEPAL informó que durante 2020, en América Latina, al miles de trabajadores de cultivos abandonaron sus tierras a causa de los efectos de los desastres naturales.
El desplazamiento de grandes grupos de personas, buscan como destino principal las grandes urbes, lo que genera mayores desafíos y presiones para los gobiernos y ciudades receptores a la hora de garantizar el acceso a los servicios de salud, alimentación, empleo y hogar.
La pandemia orilló a que la mayoría de los países se endeudaran para poder hacer frente a la crisis generada por el confinamiento sanitario, otorgando ayuda económica a los grupos más vulnerables y destinando una mayor cantidad de recursos para reforzar los sistemas de salud que en muchos países prácticamente colapsaron.
Este escenario, plantea un gran desafío para cada una las naciones del planeta, pero especialmente para los países con una menor tasa de ingresos y generación de riqueza. En ese sentido, los países de América Latina, enfrentarán un escenario complicado en los años por venir, pues no sólo deberán recuperar los empleos perdidos y retomar el ritmo de crecimiento económico, también estarán obligados acelerar sus procesos de adaptación a las nuevas tecnologías y la era de la digitalización.
Sin duda, la población en su conjunto y las naciones, nos encontramos ante un gran desafío que, por una parte, consiste en mitigar los efectos de cambio climático transformando los procesos de producción lineal hacia la conformación de una economía circular y sustentable, en tanto que resolver la crisis económica implica disminuir las desigualdades que se han agudizado con la llegada del SARS COV2.
Empresas en acción
Sin duda, este escenario a nivel mundial, demanda mayor compromiso por parte de los gobiernos y la sociedad para mitigar los efectos sociales y económicos ocasionados por la pandemia.
En este sentido, las grandes corporaciones y empresas nacionales, tienen un desafío importante toda vez que previo a la pandemia, algunas de ellas, habían iniciado la implementación y adopción de los ODS en materia reducción de la pobreza, la igualdad, la equidad e inclusión en el sentido de seguir adelante con los compromisos adquiridos en los acuerdos de Paris.
En línea con ello, las empresas están comenzando alinear sus políticas laborales a una nueva realidad laboral que entre otras cosas, implementó el trabajo a distancia, lo cual solo significa una nueva cultura laboral, lo que también implica un reto en materia organizacional para las empresas y que puede llevar a crear nuevas reglas laborales.
Ambos aspectos, generar un desafío para revisar y adaptar las estrategias trazadas para alcanzar como empresas, los objetivos de desarrollo sostenibles plateados previo a la pandemia. Y es que aunque muchas de las empresas que participaron en la elaboración del informe de las “Empresas Incluyentes de México” señalaron que la crisis sanitaria no había alterado, ni afectado sus objetivos trazados dentro de la Agenda 2030.
Lo cierto es que, la adopción del trabajo a distancia y una nueva cultura laboral, será prácticamente un hecho, lo que obligará, a que las empresas replanteen o al menos revisen, tanto sus avances como las estrategias implementadas para alcanzar los objetivos trazados en materia de sustentabilidad.
En este sentido y pese a que poco a poco se puede ir palpando cada vez más los espacios ganados por las mujeres dentro de las empresas, así como el incremento de su presencia en un mayor número de puestos para la toma de decisiones, todavía muchas empresas deberán trabajar en el rubro de las compensaciones que es una de las tareas pendientes, la cual será difícil de saldar en el corto y mediano plazo.
Sumado a ello, la presencia y reconocimiento de los diversos grupos de interés, será una temática cada vez más necesaria y recurrente dentro de las corporaciones, que si bien hay avances muy destacados como en el acompañamiento en el proceso para la transición de género de los empleados que empresas como Unilever y Citibanamex, no solo apoyan, si no que trabajan en la cultura de reconocimiento de la diversidad y el respeto de los derechos humanos. Cierto, esto parece ser aún incipiente pero, son casos que están sentando un precedente en México.
Lo mismo ocurre con las empresas que cada vez más incorporan y dan oportunidades de desarrollo a las personas con discapacidad que son talentosas y que están demostrando que pueden ser productivas, no sólo desempeñando labores de oficina, si no también ocupando espacios en las líneas de producción como sucede en General Motors, que adapto una línea de ensamble para que personas con discapacidad.
Pero no solo eso, las empresas también están entendiendo que la diversidad e inclusión debe permear hacia fuera de sus instalaciones, pues la cultura del reconocimiento de los derechos individuales es algo con lo que debemos convivir todos los días dentro y fuera de los lugares de trabajo.
De esta forma, las compañías están promoviendo esta cultura de diversidad e inclusión entre los grupos de interés que forman parte de su cadena de valor, como Herdez que ha coadyuvado en la generación de empleos y apoyos para proyectos dirigidos por mujeres y que emplean únicamente mujeres, o como el caso de la inmobiliaria Vesta, que integra a las comunidades con las que se relaciona a los procesos de construcción y les genera espacios comunitarios para el desarrollo de las localidades.
De esta manera, las empresas aportan su contribución al gran reto que tenemos hacia el frente que es la disminución de las desigualdades en todos los sentidos y que está asociado con el respeto a los derechos humanos. Esta es la tarea que la pandemia encomendó a las naciones y sociedades del mundo para el futuro inmediato.