Para innovar en modelos de negocio, hay que promover prácticas de responsabilidad social ambiental

La Responsabilidad Social Empresarial junto con la sostenibilidad han sido unificadas para representar el éxito y existencia a largo plazo de las empresas conscientes.

Por Giselle Rentería Núñez, profesora de emprendimiento de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey, Campus Hidalgo

La responsabilidad social es ya un tema ineludible en las organizaciones y empresas alrededor del mundo, cada vez somos más conscientes de las necesidades y beneficios que genera el tener metas y comportamientos socialmente responsables ya que su principal objetivo es contribuir a un desarrollo sostenible de los países y sus sociedades.

De acuerdo a Carroll (1991), existen cuatro categorías de responsabilidad social corporativa:

1. La responsabilidad económica, cuyo propósito es proveer bienes y servicios que los consumidores desean y necesitan, al mismo tiempo que se genera rentabilidad.
2. La responsabilidad legal, que implica respetar y obedecer el marco legal en el que se opere, ya sea a nivel internacional, federal, estatal o local. Por lo tanto, se espera que las empresas cumplan con su responsabilidad económica siempre en línea con la ley.
3. Se refiere al componente ético de las organizaciones, que implica el desempeño consistente con las expectativas de las normas y estándares éticos de la sociedad, aunque no se encuentren explícitamente dentro de la ley, pero que son un reflejo de lo que los consumidores, colaboradores, accionistas y la sociedad en general consideran justo y equitativo, en términos de derechos humanos, ambientales, o cualquier tipo de reglas o valores.
4. Filantropía, a través de la cuál las empresas brindan recursos a la comunidad para mejorar su calidad de vida, siendo “buenos ciudadanos corporativos”.

Por lo tanto, la responsabilidad social corporativa se trata de:

1. Desaparecer progresivamente los impactos sociales y ambientales negativos de sus actividades.
2. Lograr la sostenibilidad de la sociedad promoviendo acciones sostenibles y eliminando impactos negativos insostenibles.
3. Respetar las leyes que delimitan lo permitido de lo prohibido e incentivar la responsabilidad social en todos los ámbitos de la sociedad.
4. Actuar con corresponsabilidad de todas las partes involucradas, es decir, crear valor para toda la sociedad.

En años recientes la Responsabilidad Social Empresarial junto con la sostenibilidad han sido unificadas para representar el éxito y existencia a largo plazo de las empresas conscientes (Pratihari & Uzma, 2019), esto implica que ninguna organización puede ser socialmente responsable por sí misma, requiere de toda la sociedad para conseguirlo (Vallaeys, 2012).

Al incluir prácticas de responsabilidad social en las empresas se promueve la innovación, la colaboración entre empresas, gobierno e investigadores, al tiempo que los consumidores se vuelven más conscientes de los beneficios duraderos de los nuevos productos y servicios, y se brinda información de valor común en torno a los beneficios sociales, económicos y medioambientales que estos generan.

Si bien las presiones medioambientales y las consecuencias del cambio climático han acelerado la incorporación de prácticas de responsabilidad social ambiental en las empresas, estas no están generando un impacto real en el medio ambiente y en la sociedad.

Por lo tanto, debemos motivar e incentivar a más empresas a visualizar prácticas de responsabilidad social dentro de sus procesos de planeación estratégica, que implique relaciones y colaboración entre los diferentes stakeholders. Esto, para incrementar la innovación en modelos de negocio, ofreciendo una propuesta de valor para el mercado alineada a métricas de sostenibilidad. Dado que esta es una actividad compleja que requiere visión, conocimiento y colaboración, se debe establecer una ruta de acción que facilite la transición hacia prácticas de responsabilidad social ambiental sostenibles.