Del modo crisis a la cultura del ahorro: lo que aprendimos cuidando el agua

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Por Jorge Rodríguez Cuadras, Gerente de Control Ambiental, Seguridad e Higiene de Grupo Herdez Hace […]

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Por Jorge Rodríguez Cuadras, Gerente de Control Ambiental, Seguridad e Higiene de Grupo Herdez

Hace unos años, hablar del ahorro de agua en una compañía podía sonar a algo que solo concernía al área de sostenibilidad. Hoy, después de 25 años de carrera en Grupo Herdez®, puedo decir que algo cambió —y para bien. No sólo cumplimos una meta ambiental de 2024: demostramos que cuando todos remamos para el mismo lado,  las cosas no solo suceden, sino que suceden de la mejor manera.

¿La meta? Reducir el consumo de agua. ¿El camino? No había uno trazado. Lo construimos entre todos. Literalmente. Desde mantenimiento hasta producción, desde Seguridad hasta almacén. Dejamos atrás los silos —esas paredes invisibles entre áreas— y nos pusimos a trabajar con una sola idea en mente: hacer más con menos.

Al cierre 2024, en conjunto con todas las plantas de Grupo Herdez, alcanzamos un consumo de 2.06 m³ por tonelada producida, reduciendo la intensidad del consumo de agua en un 1.9 por ciento adicional a la meta proyectada para este año. Es decir, no solo cumplimos, sino superamos la meta anual, un logro del que nos sentimos muy orgullosos y que representa un hito clave para el objetivo comprometido por la compañía para 2030.

Pero esto no fue solo un número por cumplir en un tablero de indicadores. Fue una conversación abierta. Para llegar aquí, nos preguntamos: “¿Dónde más podemos ahorrar? ¿Cómo podemos hacer lo mismo, pero sin desperdiciar?” Y empezaron a llover ideas. Algunas pequeñas, otras más complejas. Lo maravilloso de este proceso fue que todas se tomaron en serio. Aquí no hubo jerarquías: si alguien de limpieza tenía una propuesta, se escuchaba. Y si funcionaba, se aplicaba.

Recuerdo que al principio había quien pensaba que para ahorrar agua había que invertir millones en tecnología. Y sí, hay herramientas que ayudan, pero lo que más funcionó fueron los cambios de hábitos, la atención al detalle, la conciencia diaria. Un sensor reparado a tiempo. Una válvula que ya no gotea. Un lavado de equipos más eficiente. Pequeñas cosas que, juntas, hacen una diferencia enorme.

Quizá lo más valioso fue el cambio de mentalidad. Ya no vemos el ahorro de agua como una urgencia que se activa solo cuando hay sequía. Hoy es parte de cómo trabajamos todos los días. Es una cultura. Y como toda cultura, se aprende, se contagia y sobre todo se cuida.

Me siento muy orgulloso de lo que logramos en Grupo Herdez®. Porque no fue obra de una sola persona ni de un plan corporativo bajado en una presentación. Fue el resultado de personas comprometidas que entienden que el agua no es infinita, que hay que cuidarla, y que el trabajo bien hecho también se mide por el impacto que dejamos en nuestro entorno.

Ojalá este esfuerzo inspire a más equipos dentro y fuera de la empresa. No porque tengamos todas las respuestas, sino porque demostramos que cuando hay voluntad y colaboración, cualquier planta —sin importar su tamaño— puede hacer una diferencia significativa. Cuidar el agua no es solo cosa de especialistas  o de comités: es responsabilidad de todos. Y sí, cada gota cuenta.