La era del conocimiento: supervivencia del más fuerte
Escrito por Rodrigo Manrique - Director ejecutivo de IASE México |
No es curiosidad que los países que ostentan el mejor nivel educativo tienen mayor desarrollo económico y social en todos los ámbitos y casos.
A inicios de este año, China declaró cumplida la colosal tarea de erradicar la pobreza extrema en aquel país asiático. Significa haber sacado a 800 millones de personas de la pobreza desde la década de los 70. China también lideró la última prueba PISA, en 2018, realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en la que participan 600 mil adolescentes de 79 países, y que mide las capacidades de los jóvenes en lectura, matemáticas y ciencias. México ocupó el puesto 53.
No es ninguna curiosidad que los países que ostentan la cima de las listas de mejor nivel educativo son aquellos que tienen un mayor desarrollo económico y social en todos los ámbitos y casos. Uno de los rasgos peligrosos que presenta la actual emergencia climática —ese temido lastre que nos acompañará a lo largo del siglo— es que tiene innumerables aristas desde las cuales nos afecta. ¿Quién sabe cómo funciona el efecto invernadero? ¿Quién conoce su propia huella de carbono o ecológica, o la de su empresa? ¿Cómo se hacen sostenibles las cadenas de suministro? En pocas palabras: ¿quién sabe realmente cuánto afecta al planeta con su mera actividad diaria?
Además de estas preguntas y otras tantas parecidas nos acompañarán en nuestra vida cotidiana, el contexto mundial también nos exigirá responderlas. Y la única forma de solventar estos dilemas es a través de la educación, de la formación y volvernos (de nuevo) competentes ante un nuevo mundo con «nuevos» retos. En la vida adulta, hablo de la formación en carreras, posgrados y a través de certificaciones de prestigio.
IASE tiene dos objetivos en ese sentido, cada uno no sobrevive sin el otro: certificar y formar. En esta fórmula la condición para obtener una certificación se halla necesariamente en el terreno del saber. Creemos en el poder del saber. Siguiendo con el ejemplo, las certificaciones de IASE son las únicas que reconocen las competencias en ESG, la fórmula que reúne todas las aptitudes necesarias para operar de manera sostenible a nivel personal y colectivo.
Es real que debemos educarnos de nuevo, aprender otra vez y, en ocasiones, volver al inicio, empezando por nuestra mentalidad. Junto con el desarrollo tecnocientífico y la innovación, la educación en ESG —y su consecuente implementación— será el único rumbo para la solución de problemas, y aunque esto ocurre de manera exponencial en otras latitudes como Europa, Estados Unidos y algunos países asiáticos, el mercado y el ámbito empresarial está lo suficientemente globalizado como para exigir de nosotros, en México, el cumplimiento de sus nuevos estándares. Los grandes fondos de inversión y capitales están restringiendo sus carteras a empresas con credenciales ESG y en pocos años las naciones pedirán cuentas en torno a la sostenibilidad para hacer negocios.
También lo demandan las nuevas generaciones: son consumidores que vienen con exigencias de responsabilidad social y ambiental de fábrica. Vislumbro un mercado mundial a mitad de siglo con consumidores y emprendedores que quizá no sepan incluso manejar un automóvil.
No sobrevive el mejor, sino el más apto, aquel que tiene las capacidades para adaptarse ante un contexto adverso; y en este contexto en el que vivimos —por demás adverso— es a través del conocimiento como hallaremos la prosperidad.