Oscuros y grises en la asignación de etiquetas ESG
Escrito por verdes |
La tendencia de los mercados de capitales apunta cada vez más hacia las inversiones bajo […]
La tendencia de los mercados de capitales apunta cada vez más hacia las inversiones bajo etiquetas de sostenibilidad. En este sentido, las calificaciones EGS son una especie de certificación que garantiza que la inyección de capital a una empresa o proyecto cumple con los estándares ambientales, sociales y de gobernanza.
Sin embargo, la implementación y el otorgamiento de la etiqueta ESG enfrentan el desafío de hacer más transparentes los criterios bajo los cuáles son otorgadas las designaciones ESG. A esto hay que agregar la necesidad de mayor claridad de su cumplimiento por parte de las empresas y de los organismos públicos que salen a los mercados en busca de créditos y capitales que les ayuden, a su vez, al cumplimiento de sus metas de desarrollo sostenible.
El reto es mayúsculo, pues los principales reguladores de los mercados de capitales han puesto el ojo en el proceso de clasificación ESG, así como en su regulación y marco jurídico bajo el que operan en la actualidad. Las máximas autoridades del mercado de valores de Nueva York, la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés), así como los mercados de Londres, Frankfurt, Ámsterdam y París, están bajo el escrutinio de los reguladores locales, que ven en los índices sustentables una oportunidad para transitar hacia un modelo económico y de negocios más amigable con el ambiente, pero que, podrían estar operando aún con algunas deficiencias que serían regresivas en este proceso de desarrollo sostenible.
El greenwashing o lavado verde es apenas uno de los desafíos que la regulación para el otorgamiento de etiquetas ESG debe resolver. De hecho, es uno de los argumentos más utilizados por los críticos, quienes denuncian falsedad o incumplimiento de los criterios sustentables por parte de grandes firmas que, por su historia o su pasado, son señaladas como incapaces de haber revertido en poco tiempo prácticas y acontecimientos que las imputan como contaminantes o responsables de impactos sociales y ambientales negativos.
Empresas del sector minero y energético se encuentran entre esos grupos cuestionados por su conversión hacia el ESG, pero no son las únicas: compañías del sector alimentos, bebidas, fabricantes de textiles y de la industria manufacturera también son cuestionadas cuando se muestran en un índice sustentable en los mercados de capitales.
El 2022 fue un año complejo en los mercados bursátiles del planeta, pues la crisis energética y la guerra en Ucrania han contribuido a la volatilidad de los mercados haciendo perder a los índices sustentables las ventajas de rentabilidad que les había otorgado el aumento de inversiones con etiquetas ESG en los años previos, como lo muestra el comportamiento del S&P/BMV Total México ESG Index, que cotiza en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV).
La tercera edición de nuestro informe “Empresas ESG”, que tiene como base el S&P/BMV Total México ESG Index, mostró un comportamiento muy similar al del Índice de Precios y Cotizaciones; sin embargo, las empresas del ESG Index obtuvieron un mayor índice de capitalización, que les otorga una ventaja competitiva a la hora de atraer inversionistas.
La tendencia hacia las inversiones sustentables son un hecho tangible en los mercados globales, incluidas las bolsas de México y del resto de América Latina, por lo que la implementación de regulaciones y medidas que transparenten los resultados y las metodologías para la medición de avances y resultados de las prácticas ESG contribuirán al aceleramiento y la adopción de dichos principios en un entorno de mayor certidumbre para los participantes en los mercados de capitales y para quienes tienen bajo escrutinio a los actores de dichos mercados.