Dilemas universales exigen innovación
Escrito por verdes |
Por: Ignacio Parada, CEO de Bioelements Hasta 2019, se utilizaban 10 millones de bolsas plásticas […]
Por: Ignacio Parada, CEO de Bioelements
Hasta 2019, se utilizaban 10 millones de bolsas plásticas cada minuto en la Ciudad de México, de acuerdo con datos del gobierno capitalino. Ese mar de plástico ha acompañado a los mexicanos desde hace 50 años y ni siquiera la prohibición de su uso a partir de enero de 2020 pudo controlar la utilización de estos productos, por el contrario, de acuerdo con el informe de desechos sólidos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la crisis sanitaria por Covid 19 impulsó su utilización.
La bolsa se utiliza porque ofrecen ventajas como su funcionalidad, resistencia y permeabilidad, características que la consolidaron como un artículo indispensable, sin embargo, una de sus desventajas es que se degradan hasta en 400 años, además, durante ese período son tóxicas para el medioambiente en el cual se encuentra en contacto; la mayor parte de éstas no se reutiliza ni se reciclan y acaban en los basureros o en el mar, ante este panorama existen alternativas al plástico que permiten dar paso a opciones amigables con el medio ambiente.
A nivel mundial se producen anualmente 500 mil millones de bolsas de plástico. En Estados Unidos, una familia consume en promedio mil 500 bolsas de este material al año, mientras que en México se estima un consumo promedio de 650 bolsas en el mismo período, según la ONU.
Las bolsas son necesarias, es cierto y como muestra los números anteriores, sin embargo, tienen un importante impacto en el planeta, ante este dilema las soluciones tienen que ser innovadoras.
El desarrollo tecnológico y la investigación han permitido alternativas al plástico que pueden biodegradarse en un periodo de entre 6 y 20 meses. Este tipo de empaques ofrecen los beneficios del plástico, pero con la ventaja de que, al estar conformados por materiales naturales, pueden ser compostados, o incluso algunos consumidos por los microorganismos en cualquier ambiente, lo que contribuye a que el ciclo vital siga su curso.
Además, al no ser bio-tóxicos ni tóxicos por metales pesados, los embalajes no liberan elementos químicos, ni afectan negativamente al medio ambiente, reduciendo así la huella de carbono.
No es fácil dejar atrás la comodidad de la vida moderna y muy pocos están dispuestos a perder la oportunidad de cargar desde los artículos más básicos hasta los más especializados en una bolsita de plástico, pero hay opciones muy destacadas e incluso benéficos para el ambiente.
Aunque no todo lo que brilla es oro, existen algunas bolsas que, aunque presumen ser amigables con el medio ambiente, no lo son ya que utilizan aditivos oxo que micro-fragmenta el plástico, pero no disminuyen su masa por una actividad de biodegradación, es decir, se fragmentan, pero persisten durante siglos.
Como en todo, los consumidores deben saber diferenciar las múltiples opciones de bolsas que existen en el mercado y considerar las certificaciones con las que cuentan, algunos productos incluso son aptos para el contacto con alimentos al contar con la certificación de la Administración de Medicamentos y Alimentos del Gobierno de los Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés).
Las prácticas innovadoras aportan a la humanidad soluciones indispensables, sólo hace falta ser flexibles y aceptar las nuevas opciones.