Ética corporativa: la otra cara de sostenibilidad

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Por: Marta Vegas, líder de Sostenibilidad de Telefónica Hispam A pesar de las dificultades que […]

Por: Marta Vegas, líder de Sostenibilidad de Telefónica Hispam

A pesar de las dificultades que ha representado para las empresas mexicanas la pandemia, durante los últimos años, nuestro país ha venido experimentando una ola positiva de innovación y expansión, con un buen número de compañías nacionales en crecimiento.

El éxito de estos negocios está vinculado no solo a soluciones o productos innovadores, también prácticas alineadas a compromisos Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ASG). Si bien todos hablamos de la A y la S, poco se mira a la relevancia de la G en esta ecuación, donde las buenas prácticas corporativas ligadas a la transparencia y cumplimiento, en especial estas últimas, relacionadas a buenas prácticas anticorrupción, juegan un papel determinante para las compañías.

El pasado 9 de diciembre se celebró el Día Internacional contra la Corrupción, un día que nos invita a reflexionar sobre su impacto económico, pero sobre todo reputacional, pues hoy en día el valor de las empresas no se mide solo por su desempeño financiero, también por cómo contribuyen por un desarrollo económico sostenible.

De acuerdo con datos del estudio titulado “El impacto de los delitos financieros: Prevención, detección y respuesta”, elaborado por KPMG, 72 por ciento de las compañías del país consideran que la corrupción representa costos importantes para su negocio.

¿Qué tan altos pueden ser? La Encuesta Nacional de Victimización de Empresas advierte que los actos de corrupción que sufrieron las empresas durante 2019 superaron los 17,085 millones de pesos, una cantidad nada menor.

La misma evaluación, que fue realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), detalló también que la corrupción, con 14.6 por ciento, fue el tercer ilícito del que más fueron víctimas las compañías, alcanzándose una incidencia de 1,142 actos por cada 10,000 firmas.

Estos son algunos de los impactos económicos, carecer de prácticas anticorrupción también puede retribuir en un golpe importante a la reputación de las compañías. La reputación es hoy uno de los componentes más importantes, junto a la innovación o estructura organizativa, de los llamados activos intangibles, los cuales son responsables de 80 por ciento del valor de las marcas, según KPMG.

Es así que las empresas deben actuar para fortalecer sus prácticas anticorrupción, de cumplimiento y ética, para atacar este problema de raíz e involucrar a toda su organización y partes relacionadas, predicar con el ejemplo y ser actores que influyan positivamente en sus comunidades.

Trabajar en esta tarea no es sencillo, pero existen ejes que las empresas pueden considerar para construir un programa de integridad empresarial que les permita dar una batalla certera en contra de la corrupción. A pesar de la importancia que tienen los programas de integridad empresarial, la realidad es que hoy apenas 53 por ciento de ellas, según KPMG, los tienen dentro de su estructura.

El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) identifica tres ejes esenciales: creación de un código de ética, espacio donde se identifiquen los valores y las reglas bajo las cuales se deberán dirigir los colaboradores; reforzar una cultura interna de la denuncia, con miras a que los colaboradores identifiquen los momentos en que la corrupción se acerque a sus puertas; y el relacionado con el control de pagos, uno de los departamentos más vulnerables en las empresas y sobre el que deben de estar más pendientes para evitar que, desde ese espacio, se tengan actos de corrupción.

Desde Telefónica hemos trabajado en la consolidación de estos puntos, nuestro compromiso es de tolerancia cero con el fraude y la corrupción, contamos con una Oficina de Cumplimiento que lidera estos asuntos, nuestro código ético interno -Los Principios de Negocio Responsable-, es el eje que vertebra los comportamientos de los colaboradores y la empresa, luchamos contra la corrupción en todas sus formas y desarrollamos políticas concretas referentes a este tema.

Así, nuestra Política Anticorrupción prohíbe cualquier tipo de soborno y regula la aceptación y ofrecimiento de regalos e invitaciones. También contamos con una norma sobre conflicto de interés y canal de reporte para ayudar a nuestros empleados cuando se enfrentan a algún dilema ético. Además, promovemos e incentivamos a través de nuestra Política de Responsabilidad en la Cadena de Suministro, estas pautas de comportamiento entre nuestros socios y proveedores.

Telefónica Movistar es una empresa transparente, regida por altos estándares de cumplimiento, códigos de ética y de responsabilidad corporativa, y lo trasladamos a nuestros clientes, proveedores y partes asociadas. Tenemos claro que liderar con el ejemplo nos ayudará a fortalecer el camino para un desarrollo sostenible, en que todos actuemos de forma ética y responsable por el desarrollo sostenible del país.